Hasta no hace mucho se creía que no existía intercambio sanguíneo entre la madre y el feto durante el embarazo. Pensábamos que la placenta actúaba totalmente de barrera, permitiendo sólo la entrada de las moléculas que el feto necesitaba y la salida de los productos de deshecho. Recientemente se ha descubierto que ésto no es así. Ahora sabemos que durante la gestación, entre el feto y la madre se produce un intercambio celular, dando como resultado la presencia de ADN de cada individuo en el otro.
Al fenómeno se le ha denominado “microquimerismo fetal”, haciendo alusión a la “quimera”, un ser de la mitología griega cuyo cuerpo estaba formado por partes de diferentes especies.
El concepto de “microquimerismo fetal” se basa en que:
- Las células de la madre y del feto se intercambian durante la gestación.
- Las células huésped encuentran la forma de sobrevivir en un organismo distinto al suyo.
- Éstas tienen la capacidad de regenerar tejidos y órganos dañados, así como de actuar como barrera preventiva en el desarrollo de enfermedades.
Así pues, células de la madre y del feto atraviesan las membranas placentarias y el torrente sanguíneo y, además, consiguen sobrevivir en el otro organismo como células huesped, ayudando a que éste se mantenga en un estado más saludable.
Este nuevo concepto me resulta completamente apasionante como madre, pero también lo es desde el punto de vista de la medicina genética, ya que puede sentar nuevas bases científicas sobre las que se asiente la transmisión genética, más alla del ADN y las leyes de Mendel.
Resulta aún más sorprendente si cabe el hallazgo de ADN fetal ¡en el cerebro de la madre!. El intercambio de moléculas entre el torrente sanguíneo y el cerebro está especialmente controlado mediante una barrera altamente rigurosa, sin embargo, el ADN fetal atraviesa esta barrera para dejar su huella también en el cerebro de la madre.
Otro punto igualmente sorprendente es que este material genético “extraño” permanece en los tejidos de la madre hasta su muerte…nos acompaña toda la vida.
El intercambio comienza a las pocas semanas de gestación. Así, aunque el embarazo no haya llegado a término, células de tod@s nuestr@s hij@s permanecen en nosotras durante el resto de nuestras vidas, impregnando nuestra sangre y tejidos.
Aparecen muchos interrogantes desde el punto de vista científico…¿Cómo se produce esta nueva forma de transmisión genética? ¿influye en el funcionamiento del cerebro este nuevo ADN? Si las células de nuestr@s hij@s previenen y ayudan en las enfermedades, ¿favorecerá que las mujeres con más hij@s gocen de una mejor salud?…
También surgen preguntas más alla de las puramente científicas… ¿Qué incidencia tiene la retroalimentación celular en la esencia de la persona? ¿Qué impacto tiene sobre el triángulo cuerpo/mente/alma la incorporación de un nuevo material genético?…
El microquimerismo fetal, un maravilloso descubrimiento desde todos los puntos de vista, que nos trae nuevas y excitantes incógnitas.
3 comentarios
Excelente !!!!! gracias!
Este artículo es muy interesante, he oído casos de mejora de condiciones de la salud de la madre, leí recientemente a Eva González contar que desde que dio a luz a su hijo ha dejado de tener intolerancia a algún alimento, no recuerdo cuál. Pero no se habla del efecto inverso: adquisición de enfermedades en la madre. Así que si bien esto puede ser algo maravilloso, también se puede convertir en una pesadilla. Recordemos que el feto tiene carga genética de la madre y también del padre, y si uno de ellos tiene genes de una enfermedad, pueden transmitirse a la madre. Curiosamente conozco dos mujeres que desde que se quedaron embarazadas (una de ellas sufrió una aborto espontáneo) sufren enfermedades como la esclerodermia y la fibromialgia. Una de ellas descubrió que una familiar de su marido sufrió esta enfermedad. Curioso, ¿no? Da la casualidad de que esta mujer es familiar mía y me dijo que averiguó esto con la ayuda de médicos. Y he leído sobre la madre de los niños de Godella, que empezó a sufrir síntomas de trastorno mental cuando tuvo a su primer hijo. Resulta que su novio tiene trastorno de personalidad límite. Con todo esto no quiero alarmar, tampoco soy médico ni pretendo serlo, pero creo que hay indicios y se debe conocer todo esto por prevención y por la salud de las mujeres. Creo que la ingeniería genética puede hacer mucho para evitar estos riesgos. No obstante, me gustaría hablar con médicos sobre este tema.