Deshidratada o en crudo, son dos de las formas de ingerir tu placenta para obtener sus beneficios. Aquí te explico en qué consisten estas modalidas y cómo puedo ayudarte tras tu parto para que comas tu placenta.
Opción 1: Placenta deshidratada
La placenta que no se ingiere en crudo tras el parto se puede deshidratar a bajas temperaturas para poder conservarla y consumirla durante el puerperio. Con esto se consigue preservar las propiedades naturales de sus componentes y, por tanto, sus beneficios sobre mamá y bebé.
Tras la deshidratación, la placenta se muele hasta que se convierte en polvo y se introduce en cápsulas. De una placenta completa salen entre 150 y 200 cápsulas aproximadamente, que la madre tomará autorregulándose según sus necesidades. De esta manera, se consigue aprovechar y alargar los efectos positivos de su ingesta según sea la realidad personal, familiar, social, laboral específica de cada mujer.
El proceso para obtener la placenta deshidratada no es de mucha dificultad. Pero sí es cierto que requiere cierta técnica, instrumentación y lleva varias horas de preparación, trabajo, limpieza. Algo que, por mi experiencia, no suele apetecer hacer a nadie de la familia cuando llega el bebé.
Si tú quieres probar a hacer placenta deshidratada, aquí tienes explicado cómo realizar el proceso paso a paso. Yo te aconsejo conseguir una deshidratadora con regulador de temperatura para asegurarte que las hormonas y el resto de proteínas no se desnaturalicen, porque si es así los efectos de su ingesta no se darán. Es posible que durante el proceso, aunque tengas todo estudiado y preparado, te surjan algunas dudas. En ese caso, no dudes en llamarme e intentaré ayudarte y resolverlas con mucho gusto.
Opción 2: Placenta en crudo
Parece ser que los resultados óptimos deseados se alcanzan si una parte considerable de la placenta se ingiere en crudo inmediatamente tras el parto. La ingesta se puede hacer directamente tomándola en pequeños pedacitos o, si la madre siente rechazo, mezclándola con algún otro alimento. En este caso hay que considerar algunas variables como el ph de los otros alimentos, temperatura, forma de preparación… porque son factores que pueden modificar las propiedades de la placenta y, por tanto, los beneficios y efectos deseados.
La proporción líquido/sólido de la placenta es de 70/30, siendo quizá por ello que la gran mayoría de mujeres la consideran de fácil masticación y deglución. Asimismo, describen su sabor como neutro y no presentan rechazo olfativo.